La meditación y aprender a sentir tu cuerpo.
3 cosas que considerar para integrar la razón y la emoción.
¿Me creerías si te digo que lo que me ha dado la práctica de meditación es muchísimo más grande de lo que puedo poner en palabras? O sea hago el intento con esto que te escribo pero la experiencia es infinitamente más trascendental de lo que podrían llegar a ser estas palabras. Solo tu sabrás si esto también es verdad para ti, pero tienes que practicar, go for it friend. Yo creo que no te vas a arrepentir.
Llevo varios años meditando: sentada, parada, escuchando música y en total silencio, en yoga, en grupo, sola, en la mañana, en la noche, escribiendo, corriendo, acostada en mi cama, en la playa, en el carro, en el trabajo, en la calle… La meditación ha estado presente en mi vida de infinitas maneras. He atendido a mi cuerpo, desarrollado conciencia y utilizado esta práctica como base. Cada vez ocupa un poquito más de espacio, y así se evidencian más las maravillas que tiene para ofrecerme. Y aunque tengo muy claro cómo me ha funcionado, de vez en cuando descubro una razón más. En este caso: guiarme por la integración de mi cuerpo y lo que siente junto con la razón, no únicamente por la mente.
Siempre he sido una persona muy mental, completamente envuelta en las historias de mi cabeza, overthinker, muy cognitiva, racional, experta en la intelectualización de emociones. Durante muchos años no reconocí mi cuerpo ni todo lo que podía indicarme y decirme. No es que no estuviera, sino que no lo reconocía. Las señales siempre aparecían, solo que no tenía las herramientas para integrarlas. No es culpa mía ni de nadie, ni siquiera me interesan las razones por las cuales era así. Si supieras que, a veces, no necesitas conocer todo tu pasado para cambiar tu futuro.
De manera espontánea y sin buscarlo, la meditación me permitió comenzar a observar, a SENTIR, a integrar las sensaciones y a aprender a interpretarlas. Me enseñó a ver la ansiedad en el cuerpo, la alegría, la gratitud, el miedo intenso, los nervios y el estrés funcional, la emoción, el desinterés, la motivación. En los años que llevo meditando he aprendido a experimentar cómo se sienten todas las emociones para mí, cómo surgen y a raíz de qué. La mente habla y habla, cuenta y repite las mismas historias, y la meditación es volver al cuerpo. No sabes cuánto le agradezco a la versión de mí de hace años, porque nunca pensé que mi vida estaría liderada por la integración de estos aspectos.
¿Cómo era la vida sin integrar mi cuerpo? Puede que te lo preguntes.
Era una vida en la que mi mente mandaba. Mi cuerpo era solo el medio que me mantenía viva y no este sistema ultra sabio que recibe estímulos y percibe infinidad de cosas a las que luego la mente les da su interpretación. Era completamente racional, y los sentimientos y sensaciones eran eventos aislados. Aunque tomaba decisiones en función de lo que decía la razón, no consideraba que los mensajes venían mucho antes desde el cuerpo, desde las sensaciones, desde lo que sentía.
¿Siempre hay que tomar decisiones solo en función de lo que sentimos?
Pues no. Es un gran "depende": de quién eres, qué haces, qué quieres, hacia dónde quieres moverte, cuáles son tus aspiraciones más grandes, depende del tema del que hablemos y qué dicen tus emociones. Observar es tu trabajo, luego en terapia integras y le das significado a esas emociones, porque a veces la cosas se complica tanto que no podemos solos. Que belleza que hay personas que se especializan y estudian para ayudarte con esto.
3 cosas a considerar:
Tu cuerpo a veces no va al mismo ritmo que tu mente.
Los sentimientos, las sensaciones y las emociones que sientes con tanta claridad pueden provenir de historias del pasado o de miedos al futuro. Pueden ser heridas viejas o incluso cosas que no entiendes. Es bastante liberador comprender esto, porque desaparece la culpa de que "hay cosas que deberían estar superadas". Calma si sigues llorando por alguien que ya no está físicamente aquí, por el recuerdo de tu ex que aún te genera emociones fuertes o porque extrañas muchísimo a personas que no viven cerca. No hay tiempos definidos, solo tú, tus emociones y cómo las gestionas. Cuando te pones en modo observador, ganas, porque la reactividad que antes podías tener con esas emociones fuertes desaparece. Ahora, solo las ves pasar y entiendes que el cuerpo tiene tiempos diferentes a los de la mente racional.
No todo es algo.
Existirá un momento en el que sabrás observar muy bien y caerás en el análisis intenso y meticuloso de cada emoción que se asome, de cualquier sensación, de todo lo que sientas. Mientras más practiques, mejor sabrás discernir la relevancia de lo que sientes y cuándo es necesario actuar al respecto. Por ahora, solo deja pasar las emociones y recuérdate que no todo es algo.
La emoción a veces le gana a la razón.
Llegarán momentos en los que la emoción se impondrá sobre la razón, y si eres igual de mental que yo, entenderás que esto puede sentirse como un desastre en tu cabeza. Usualmente, esa razón es una defensa ante una persona muy emocional. O al menos, así fue en mi caso. Soy muy sensible y emocional, y para protegerme de lo que eso podía implicar, surgió toda esta estructura mental. A veces, con mucha conciencia, la emoción lidera completamente, y eso es algo que siempre agradeceré haber aprendido. Porque si confío en la sabiduría de mi cuerpo, ¿por qué no dejaría que me guiara? Por ahora, solo aprende a verlas pasar y recuérdate que, a veces, la emoción le gana a la razón.
Es un grandísimo regalo comenzar a observar si aún no lo has hecho, porque tu cuerpo percibe muchísimo más de lo que tu mente puede registrar. Tu intuición existe, solo que a veces no puedes escucharla. Las emociones te van guiando, siempre y cuando tengas el silencio necesario para que la interpretación sea beneficiosa para ti, pues de esa interpretación es que tomas las decisiones en tu vida.
El nivel óptimo, y por el que siempre estoy trabajando, es el de integrar mi cuerpo, mi mente y mi alma. Para la última, es decir, para tu alma preferiría que descubrieras tú como definirla. O mejor aún: que la experimentaras.
Vivimos en un mundo en el que te responden preguntas que ni siquiera te has hecho. La cantidad de información es tan bestial que se nos olvidó cómo experimentar las cosas antes “de saber” sobre ellas. Buenísimo para muchas cosas, pero ¿para experimentar tu alma y tu cuerpo? Not so much, solo te queda practicarlo.
Meditar constantemente y de infinitas formas es algo que nunca en mi vida me dejaré de agradecer. Solo necesitas tu cuerpo. Y si quieres a alguien que te guíe, nos tienes a nosotras.
Con mucho cariño,
-Clari.