Algo que me alegra mucho del mundo de la psicología hoy en día, es que poco a poco hemos entendido que la felicidad no es lo que tenemos que buscar. Por muchísimos años lo que se proponía a las personas era la búsqueda de la felicidad. Lastimosamente era una misión que nos ponían que estaba destinada al fracaso porque la felicidad es un estado mental más, es como estar triste o bravo, no es un fin último, es un estado que va y viene y querer retenerlo lo que nos causa es ansiedad y malestar.
Gracias al aumento de consciencia, a la información que tenemos hoy en día o al Universo mismo, estamos entendiendo que lo que buscamos es vivir en tranquilidad, paz y de la manera más auténtica que podamos. Esto nos está permitiendo entender que no se trata de estar todo el día eufóricos, todo el día felices, porque eso es realmente imposible, nos está enseñando que puede estar pasando mil y un cosas a nuestro alrededor y nosotros podemos mantenernos tranquilos y sobrellevar las cosas desde la paz, es ahí donde nace el verdadero bienestar.
Sin embargo, les recuerdo que la mente no está hecha para estar tranquila, ni mucho menos para hacernos feliz. El cerebro es una máquina maravillosa y compleja que su único interés es mantenernos con vida, por ende, quiere ahorrar energía, entonces él va a hacer lo que ya conoce, lo que se le hace automático, sin importar si eso te da tranquilidad o no. Es más, entre algo nuevo que te da paz y algo viejo que te causa caos, el cerebro va a elegir el segundo, por el simple hecho que ya sabe hacerlo, entonces no tiene que gastar tanta energía y va a estar listo cuando el león te salte encima, porque sí, esto viene de años de evolución.
Es por esta razón que el título de esta news es el que es, “La paz incomoda a los que están acostumbrados al caos”. Porque aquellos que hemos crecido en caos, en ambientes turbulentos, en inestabilidad, cuando llegamos con trabajo y esfuerzo a un lugar de tranquilidad al comienzo nos parece bastante incómodo. No entendemos cómo funciona esta paz y estamos seguros que algo malo va a pasar o nos sentimos aburridos con la vida, porque esta sensación no es normal. Esto es solo la relación entre la zona de confort, la identidad y la resistencia al cambio.
Vamos uno a uno:
La zona de confort
La famosa zona de confort, por decirlo de alguna manera, es un territorio psicológico que nos da una sensación de seguridad y control, por el simple hecho de que conocemos lo que está dentro de este territorio, pero siempre es importante recordar que no necesariamente es cómodo sino conocido, es decir, no nos da paz sino que sabemos a la perfección qué hay ahí (o eso creemos). Muchas veces, se convierte en un sinfín de hábitos tóxicos, relaciones disfuncionales y patrones de pensamiento negativos que nos mantienen en modo víctima en nuestras vidas. Y te preguntarás por qué nos quedamos ahí, pues porque nos da una FALSA sensación de seguridad, una ilusión de control que nos protege de la incertidumbre y el miedo a lo desconocido. Lee bien la palabra que está en negritas “FALSA”.
Voy con una explicación algo científica, sígueme el flow.
Cuando una persona se acostumbra a vivir en el caos, su sistema nervioso se adapta a un estado de alerta constante, una hipervigilancia que se convierte en su modo de supervivencia. La adrenalina y el cortisol, hormonas asociadas al estrés, se vuelven lo común, lo de todos los días, condicionando su percepción del mundo y sus interacciones con los demás. Si lo ves en este contexto, la paz se percibe como algo anormal, una interrupción de lo que estamos acostumbrados que es ansiedad y malestar. El no tener drama y conflicto, lejos de ser un alivio, se convierte en un vacío inquietante, como si el cuerpo y la mente estuvieran esperando la siguiente crisis.
La identidad
La identidad es la construcción narrativa, es decir, la historia que te cuentas a ti mismo, que define quién eres y cómo te relacionas con el mundo, también conocida como el famosísimo ego.
Algunas personas se identifican a sí mismas a través de sus luchas y problemas, volviendo el caos en su centro de identidad. El sufrimiento se vuelve su significado y propósito, una forma de validar su existencia y justificar sus acciones - aquí el típico “yo soy así”, “es que mis papás me traumatizaron”, “es que yo no tengo suerte en el amor”. A estas personas, la paz literalmente atenta contra su identidad, obligándolos a redefinirse a sí mismos y a encontrar un nuevo sentido a su vida.
Piensa en alguien (capaz tú mismo), que se la pasa en un drama tras otro, alimenta su drama y su victimismo, no es que esa persona quiera estar ahí, es que no conoce otra cosa y si jamás se lo ha cuestionado es muy probable que ni se haya dado cuenta de este patrón que tiene.
La resistencia al cambio
Hay un dicho que detesto, “mejor malo conocido, que bueno por conocer” nunca me ha gustado, me parece que es ridículo incluso, ¿cómo te vas a quedar con algo malo cuando puede venir algo mucho mejor pero que te es desconocido? Le tenemos muchísima resistencia al cambio y como ya les expliqué es algo biológico, el cerebro se resiste, pero es ahí donde cada uno tiene que asumir y trabajar por acostumbrarlo a lo que realmente queremos.
La paz exige responsabilidad y autoconciencia, dos cualidades que a menudo no están en los entornos caóticos. Hoy en día el drama y la victimización están en todos lados, el exceso de poner límites, el egoísmo que ha crecido en terapia, el no asumir responsabilidad por tus acciones hace mucho más fácil culpar a los demás o a las circunstancias externas por los problemas. La paz, es todo lo contrario, te invita a asumir la responsabilidad de tus acciones y emociones, a reconocer tus errores y a aprender de ellos. Te obliga a confrontar tus miedos, inseguridades y patrones de comportamiento autodestructivos, un proceso que puede resultar doloroso y un poco confuso incluso, pero que al final vale toda la pena.
La transición del caos a la paz no es lineal, sino un camino constante, cambiante y que tiene varias paradas difíciles. Te exige tiempo, paciencia y voluntad de cambio. Es importante aprender a tolerar la incomodidad de lo desconocido y la incertidumbre, a confiar en tu capacidad para afrontar los problemas sin el drama y la victimización. También implica desarrollar nuevas habilidades de comunicación, establecer límites claros (sin excesos) para cultivar relaciones saludables.
La paz no es un estado pasivo, sino un proceso activo de construcción y mantenimiento, es decir, tienes que decidir todos los días ir por este camino. Es necesario aprender de la autocompasión, practicar la gratitud y aprender a gestionar el estrés de manera saludable, para esto mi mejor amigo ha sido y siempre será la meditación.
Para ir cerrando, la paz incomoda a quienes están acostumbrados a vivir en el caos porque desafía su zona de confort, su identidad y su forma de relacionarse con el mundo. Pero friend, si algo me vas a creer que sea esto, el sentimiento de poder atravesar lo que sea que te esté pasando desde la calma, la paz, sin el drama o la victimización, vale todo el esfuerzo y la incomodidad del comienzo.
-Cori, que más de la mitad de su vida la vivió desde la victimización, del ¿por qué a mi? Y ahora que cambió eso pasaría 1000 veces más pro la incomodidad del comienzo 😬
Para terapia individual con nosotras,