Que miedo le tenemos al miedo ¿no? Suena loco pero es así, tenemos demasiado miedo de sentir miedo, incluso diría que el miedo al miedo es peor que es mismo miedo. Un juego de palabras eso que acabas de leer, pero hazme el favor y léelo otra vez, o cuantas veces sea necesario hasta que realmente lo entiendas.
Para bien o para mal, o mejor dicho para lo que es, el miedo es una emoción primordial, una de las primeras emociones que sentimos y que nunca dejamos de sentir. No la dejamos de sentir porque el miedo tiene su función y es una bien importante, nos ayuda a sobrevivir, sin el miedo iríamos por la vida sin ningún tipo de precaución. Pero es eso, es solo un aviso de que “epa, no sabemos muy bien que es esto así que pilas”, y como todas las emociones somos nosotros con nuestros pensamientos que hacemos de lo que era una simple emoción un gran pesar.
Lo que ha podido ser “eyy pilas que esta calle está oscura y no la conocemos tanto” pasa a “no pases por esa calle, porque te pueden robar, o peor, y la otra de alado tampoco, bueno mejor no salimos de noche”. Lo que era un simple aviso, la mente lo generalizó, te paralizó y dejaste de salir de noche.
Por eso no nos gusta sentir miedo porque en vez de sentir que nos ayuda a evolucionar sentimos que nos impide llegar a lo que queremos. Es importante reconocer que el miedo funciona con experiencias, entonces se equivoca más de lo que crees. Lo que fue un mal amor en un momento determinado, el miedo te asegura que era incapaz de un amor bonito en tu vida, que todos son iguales y que es mejor estar solo. ¿Qué hay detrás de eso? Un cerebro que esta intentando mantenerse en lo conocido, y lo conocido son relaciones de mierda.
Muchas veces detrás del miedo, lo que hay es un mecanismo del cerebro de protegernos y ahorrar energía. Por si se te había olvidado o nunca nos habías leído “el cerebro no esta hecho para hacernos feliz sino para ayudarnos a sobrevivir”.
Ven que te cuento más, el cerebro es una máquina fascinante que busca eficacia, busca ahorrar energía y mantenerte vivo con el mínimo de esfuerzo. El cerebro ha evolucionado durante años para optimizar el uso de recursos, es decir, gastar la menor cantidad de energía mientras te mantiene vivo, por eso la cantidad de tecnología que hemos desarrollado. Cuando el cerebro se enfrenta a algo nuevo, tiene que usar muuucha fuerza, por eso lo va a evitar a toda costa, entonces, muchas veces te engaña y te manda señal de “miedo” para que tu decidas no seguir por ahí y así el no gasta energía.
Esta emoción esta desde las decisiones más pequeñas de tu vida hasta lo más grandes, desde decidir no probar alguna comida nueva hasta no empezar un proyecto nuevo. Nuestro cerebro prefiere lo familiar, lo conocido, aquello que ya ha procesado y catalogado como "seguro". Por eso la famosa zona de confort no es cómoda es conocida. Al cerebro le vale 0 que tú seas feliz o no, le importa que estes vivo y de esa manera nos ha mantenido vivos por millones de años. Puede sonar feo y no te lo digo para que te pelees con él, gracias a él estás acá, te lo digo para que entiendas que tienes que hacer un esfuerzo extra cuando quieres cambiar algo. De ahí la famosa frase “nada bonito nace en tu zona de confort”.
¿Cuando el miedo se convierte en algo que nos resta?
Cuando creemos que no podemos lograr algo, que no tenemos la capacidad para, y detrás de eso solo está un miedo a los desconocido. Este miedo nos paraliza, nos asegura que no somos capaces, nos deja anclados en la zona de confort y nos nos deja explorar todo nuestro potencial. Nos hace creer que no somos capaces de enfrentar nuevos desafíos, cuando en realidad, lo que nos falta es información y experiencia. Y te cuento, la ÚNICA forma de lograrlo es haciéndolo. Es lanzándote.
Una vez estaba en la playa y habían dos niñitas jugando a lanzarse, una tenía miedo. Y la otra le dijo - lo más sabio que he escuchado a un niño de 8 años decir - o superas el miedo o te lanzas con miedo.
Te traigo una buena noticia, este miedo es solo una ilusión, es un pensamiento que tienes en la mente, solo eso, solo un es impulso eléctrico, por ende, tu eres capaz de cambiarlo. Tienes que atreverte a expandir tu zona de confort, porque otra buena noticia es que, una vez que tu cerebro se habitúa a lo nuevo se vuelve parte de su zona de ahorro de energía, es decir, solo tienes que esforzarte por un ratico y después se vuelve automático. Cada vez que nos enfrentamos a algo nuevo, nuestro cerebro aprende y se adapta, creando nuevas conexiones neuronales que nos permiten comprender y dominar lo que antes nos parecía una tarea nuclear.
No te voy a decir mentiras, salir de esa zona, va a generar ansiedad, incertidumbre, te vas a cansar más, tanto mentalmente como fisicamente, por eso cuando estés intentando cambiar algo hazlo con mucha autocompasión, cuando puedas descansar, donde puedas ser vulnerable, porque sino lo que ya te iba a costar de por si, te va a costar el triple. Una vez que lo logras, no solo logras eso que querías sino que también aumentas tu confianza y autoestima. Puede ser cuesta arriba pero una vez arriba todo se vuelve más sabroso.
Entonces, ¿cómo podemos vencer el miedo a lo desconocido? La clave está en la preparación y la acción. No te cuesta nada informarte un poquito antes, no es que esto te va a solucionar y se te va a hacer más fácil pero si es cierto que vas a tener más herramientas para manejar mejor lo que sea que se venga. No es lo mismo querer empezar a comer sano y no tener ni idea por donde empezar, que tal vez leer un libro o mejor aún ir a un nutricionista, igual te va a tomar el tiempo aprender pero vas a tener una guía.
IMPORTANTÍSIMO:
Empieza pequeño, muuuy pequeño.
IMPORTANTÍSIMO 2:
Ten mucha autocompasión.
Por último, deja de ver el cambio como algo malo, quítale el peso a la incertidumbre. Sin esas dos cosas la vida fuera full aburrida, fuera igual siempre, entonces, atrévete y si necesitas apoyo acá estamos nosotras siempre.
-Cori, que te recuerda que o superas el miedo o te lanzas con miedo
Para sesiones 1-1